< Salmos 103 >
1 Bendice, alma mía, a Jehová, y todas mis entrañas a su nombre santo.
Alaba al Señor, alma mía; deja que todo en mí alabe su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Jehová, y no te olvides de todos sus beneficios.
Alaba al Señor, alma mía; no olvides ninguna de sus bendiciones.
3 El que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades.
Él perdona todos tus pecados; él sana todas tus enfermedades;
4 El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de misericordia y miseraciones.
Él retiene tu vida de la destrucción, coronándote con misericordia y gracia.
5 El que harta de bien tu boca; renovarse ha como el águila tu juventud.
Él te llena la boca de cosas buenas, para que tu fuerza se vuelva nueva como la del águila.
6 Jehová, el que hace justicias, y juicios a todos los que padecen violencia.
El Señor juzga en justicia para todos los que están en problemas.
7 Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras.
El le dio a conocer su camino a Moisés, e hizo claros sus actos a los hijos de Israel.
8 Misericordioso y clemente es Jehová, luengo de iras, y grande en misericordia.
El Señor es amable y lleno de compasión, no se enoja rápidamente, pero siempre está listo para tener misericordia.
9 No contenderá para siempre; ni para siempre guardará el enojo.
Su sentimiento ya no será amargo; él no guardará su ira para siempre.
10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades; ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Él no nos ha dado el castigo por nuestros pecados, o la recompensa de nuestra mala acción.
11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
Porque como el cielo es alto sobre la tierra, grande es su misericordia para sus fieles.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
En cuanto al oriente es del oeste, hasta ahora nos ha quitado nuestros pecados.
13 Como el padre tiene misericordia de los hijos, tiene misericordia Jehová de los que le temen.
Como un padre tiene misericordia de sus hijos, así el Señor tiene misericordia de sus adoradores.
14 Porque él conoce nuestra hechura; acuérdase que somos polvo.
Porque él tiene conocimiento de nuestro cuerpo débil; él ve que solo somos polvo.
15 El varón, como la yerba son sus días; como la flor del campo así florece.
En cuanto al hombre, sus días son como la hierba; su hermoso crecimiento es como la flor del campo.
16 Que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conoce más.
El viento lo sobrepasa y se va; y deja de existir, y nadie vuelve a saber de ella.
17 Mas la misericordia de Jehová, desde el siglo y hasta el siglo, sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos:
Pero la misericordia del Señor es eterna para sus adoradores, y los hijos de sus hijos verán su justicia;
18 Sobre los que guardan su concierto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para hacerlos.
Si mantienen su acuerdo, y tienen sus leyes en mente para hacerlas.
19 Jehová afirmó en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos.
El Señor preparó su trono en los cielos; su reino está gobernando sobre todo.
20 Bendecíd a Jehová sus ángeles valientes de fuerza, que ejecutan su palabra obedeciendo a la voz de su palabra.
Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, que son grandes en fortaleza, que cumplen sus órdenes y esperan su voz.
21 Bendecíd a Jehová todos sus ejércitos, sus ministros, que hacen su voluntad.
Alaben al Señor, todos ustedes sus ejércitos; y ustedes sus siervos que hacen su placer.
22 Bendecíd a Jehová todas sus obras en todos los lugares de su señorío. Bendice alma mía a Jehová.
Alaben al Señor, todas sus obras, en todos los lugares bajo su gobierno; alaba al Señor, alma mía.