< Fitomaniana 1 >
1 Akore ty habangìñem-pitoboha’ o rova nilifots’ ondatio! Heheke te hoe ramavoiñe henaneo, ie nijabajaba amo fifeheañeo! Ie nianak’ampelam-panjaka añivo’ o faritseo le fa forekekeñe henane zao.
Cómo la ciudad se sienta solitaria, ¡que estaba lleno de gente! Se ha convertido en una viuda, ¡que era grande entre las naciones! La que fue princesa entre las provincias ¡se ha convertido en un esclavo!
2 Mafaitse ty fangoihoia’e te haleñe; ranomaso avao ty am-pifi’eo; ie añivo’ o fonga sakeza’eo ro po-mpañohò; sindre namitak’ate aze o rañe’eo songa rafelahi’e henaneo.
Llora amargamente en la noche. Sus lágrimas están en sus mejillas. Entre todos sus amantes no tiene a nadie que la consuele. Todos sus amigos la han tratado a traición. Se han convertido en sus enemigos.
3 Nasese an-kaloviloviañe t’Iehodà, naho ampañondevozañe losotse; amo kilakila ondatio ty imoneña’e henane zao, tsy mahaisake fitofañe; fa nahatratse aze iaby o mpañoridañ’ azeo, añivo’ o halovilovia’eo.
Judá ha ido al cautiverio a causa de la aflicción y por una gran servidumbre. Ella habita entre las naciones. No encuentra descanso. Todos sus perseguidores la alcanzaron en su angustia.
4 Hene mandala o lala’ i Tsioneo amy te tsy ama’e ty mamonje o sabadidake namantañañeo; songa vahiny o lalam-bei’eo, miselekaiñ’ avao o mpisoro’eo; mihontoke o somondrara’eo, fa finaha manahin-ka.
Los caminos de Sión están de luto, porque nadie viene a la asamblea solemne. Todas sus puertas están desoladas. Sus sacerdotes suspiran. Sus vírgenes están afligidas, y ella misma está en la amargura.
5 Fa nanoeñe talè’e henaneo o rafelahi’eo, miraorao henane zao o malaiñe azeo, f’ie nampisotrie’ Iehovà ty amo fiolà’e tsifotofotoo; fa nasese mb’an-drohy mb’eo aolo’ o rafelahi’eo o keleia’eo.
Sus adversarios se han convertido en la cabeza. Sus enemigos prosperan; porque Yahvé la ha afligido por la multitud de sus transgresiones. Sus hijos pequeños han ido al cautiverio ante el adversario.
6 Fonga napo’ i anak’ampela’ i Tsioney ty volonahe’e; ie hoe bakaralahy, tsy manjo fiandrazañe o roandria’eo; nibotafotse po-kaozarañe aolo’ i mpañoridañey.
Toda la majestad se ha alejado de la hija de Sión. Sus príncipes se han vuelto como ciervos que no encuentran pasto. Se han ido sin fuerzas ante el perseguidor.
7 Tiahi’ Ierosalaime, ze hene vara’e añ’andro taolo, ie nisotry naho nirererere, ie mijoñe am-pitan-drafelahi’e ao, ie pitsom-pañolotse, vaho nisamba i fihotraha’ey o malaiñ’azeo, nikizake i harotsaha’ey.
Jerusalén recuerda en los días de su aflicción y de sus miserias todas sus cosas agradables que eran de los días de antaño; cuando su pueblo cayó en manos del adversario, y nadie la ayudó. Los adversarios la vieron. Se burlaron de sus desolaciones.
8 Niota faly t’Ierosalaime, aa le ìnjen-dre henaneo; mavoe’ o niasy aze iabio, fa niisa’ iareo ty fimeñara’e; miselekain-dre vaho miamboho.
Jerusalén ha pecado gravemente. Por lo tanto, se ha vuelto impura. Todos los que la honran la desprecian, porque han visto su desnudez. Sí, suspira y se vuelve hacia atrás.
9 An-tsiki’e leny ao ty haleora’e; tsy hinao’e t’ie ho figadoña’e; nahalatsa ty nihotraha’e, ie tsy amam-pañohò. O ry Iehovà, vazohò ty fisotriako, ie ireñeta’ ty rafelahy!
Su suciedad estaba en sus faldas. No recordaba su último final. Por lo tanto, ha bajado de forma asombrosa. No tiene edredón. “Mira, Yahvé, mi aflicción; porque el enemigo se ha engrandecido”.
10 Fa natorakitsi’ o mpalaiñe azeo ambone’ o vara’e iabio o fità’eo; niisa’e iaby ty fipoñafa’ o kilakila’ ndatio i toe’e miavakey, o nirarà’o tsy himoake am-pivori’oo.
El adversario ha extendido su mano sobre todas sus cosas agradables; porque ha visto que las naciones han entrado en su santuario, sobre los que ordenaste que no entraran en tu asamblea.
11 Songa mitoreo ondati’eo, mitsoeke mofo; natsalo’ iareo mahakama ty vara’ iareo ho famelomam-piaiñe. Vazoho ry Iehovà, mahaoniña ty tsy fanjofahako henaneo.
Todo su pueblo suspira. Buscan el pan. Han dado sus cosas agradables por alimento para refrescar su alma. “Mira, Yahvé, y ve, porque he llegado a ser despreciado”.
12 Tsy ahoa’ areo hao zao, ry mpiary mb’eo? Paiao naho oniño, he ao ty hontoke manahake o fihontoke nafetsak’ amakoo, ie naretsa’ Iehovà amako amy andron-kaviñera’e miforoforo zao.
“¿No os parece nada a todos los que pasáis por allí? Mira, y ve si hay alguna pena como la mía, que se me ha echado encima, con la que Yahvé me ha afligido en el día de su feroz ira.
13 Nampihitrifa’e afo boak’ andikerañey, le niteveke lalek’ an-taolako ao; nandafiha’e harato o tombokoo; nampolie’e mb’eo naho nenga’e fiain-drifi’e, vaho mitoirañe lomoñandro iraho.
“Desde lo alto ha enviado fuego a mis huesos, y prevalece contra ellos. Ha tendido una red para mis pies. Me ha hecho volver. Me ha dejado desolado y desfallezco todo el día.
14 Hoe vinahotse an-joka o fiolàkoo, mirohy am-pità’eo, mivandibanditse pak’am-bozoko eo; mampinike ty haozarako; natolo’ i Talè am-pita’ o tsy lefeko ijohañañeo.
“El yugo de mis transgresiones está atado por su mano. Están unidos. Han subido a mi cuello. Hizo que me faltaran las fuerzas. El Señor me ha entregado en sus manos, contra el que no soy capaz de resistir.
15 Hene naforintse’ i Talè o lahindefoko añivoo; nitaroñe’e amako ty andro ho demohe’e o ajalahikoo; fa linialia’ i Talè hoe am-pipiritan-divay i anak-ampela mieha’ Iehodày.
“El Señor ha puesto en cero a todos mis valientes dentro de mí. Ha convocado una asamblea solemne contra mí para aplastar a mis jóvenes. El Señor ha pisado a la hija virgen de Judá como en un lagar.
16 Rovetako i raha rezay; midoandoan-drano-maso avao o masokoo; fa lavits’ahy ty mpañohò, ty hampitsekake ty fahavaniako; bangiñe o anakoo, ty amy nandreketa’ i rafelahiy.
“Por estas cosas lloro. Mi ojo, mi ojo se llena de agua, porque el consolador que debería refrescar mi alma está lejos de mí. Mis hijos están desolados, porque el enemigo ha prevalecido”.
17 Mañity tañañe t’i Tsione, fa tsy eo ty hañohò aze; fa nandilia’ Iehovà ty am’Iakobe o mpañohok’ azeo ty hifandrafelahy ama’e; ninjare raha maleotse añivo’ iareo ao t’Ierosalaime.
Sión extiende sus manos. No hay nadie que la consuele. Yahvé ha ordenado con respecto a Jacob, que los que le rodean sean sus adversarios. Jerusalén está entre ellos como una cosa inmunda.
18 To ty a Iehovà, amy te niolàko o entam-palie’eo; mijanjiña arè ry kilakila’ ondatio vaho isao o halovilovikoo; te nisese mb’am-pandrohizamb’eo o somondrarakoo naho o ajalahikoo.
“Yahvé es justo, porque me he rebelado contra su mandamiento. Por favor, escuchen a todos los pueblos, y ver mi dolor. Mis vírgenes y mis jóvenes han ido al cautiverio.
19 Kinaiko o sakezakoo fe nifañahie’ iareo; namoe’aiñe an-drova ao o mpisoroko naho o androanavikoo ie nitsoeke mahakama hameloma’e fiaiñe.
“Llamé a mis amantes, pero me engañaron. Mis sacerdotes y mis ancianos entregaron el espíritu en la ciudad, mientras buscaban comida para refrescar sus almas.
20 Hehe, ry Iehovà t’ie an-koheke; mikoreokoreoke ty troko, mifihiñe amako ao ty foko, amy hafairañe nilosotsey. Mampandala an-dalañe eo ty fibara; hoe fihomahañe ty añ’anjomba ao.
“Mira, Yahvé, porque estoy en apuros. Mi corazón está preocupado. Mi corazón da un vuelco dentro de mí, porque me he rebelado gravemente. En el extranjero, la espada se desprende. En casa, es como la muerte.
21 Jinanji’ iereo ty fitoreovako, izaho pitso-pañohò; jinanji’ o rafelahiko iabio o feh’ohakoo; ehake iereo te nanoe’o izay. Ampitsatoho i andro nitseize’oy, le hanahak’ ahy iereo.
“Han oído que suspiro. No hay nadie que me consuele. Todos mis enemigos han oído hablar de mi problema. Se alegran de que lo hayas hecho. Traerás el día que has proclamado, y serán como yo.
22 Ampombao aolo’o eo ze fonga fitoloñan-drati’ iareo; le ano am’ iereo o nanoe’o amakoo, ty amo fiolàñe iabio; amy te lako toreo iraho vaho midazidazìtse ty troko.
“Quetoda su maldad se presente ante ti. Haz con ellos lo que has hecho conmigo por todas mis transgresiones. Porque mis suspiros son muchos, y mi corazón desfallece.